Little Stranger: La telaraña del silencio

Little Stranger: La telaraña del silencio

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En este libro nadie está bueno de la cabeza.
Madre mía, y es que si hay una palabra que defina este libro, es perturbador.

Desde la primera página, Leigh Rivers te lanza una advertencia tras otra. Ya te avisa de que esto va a ser depravado en cuanto a lo “spicy” (y confieso que tengo miedo de usar ciertas palabras, no sea que el algoritmo me juzgue).

La sinopsis promete un drama de hermanastros con trauma y obsesión: él está muy cabreado porque ella lo traicionó, y ahora quiere poseerla. Pero, sinceramente, la sinopsis se queda corta, porque ninguno de los dos está en sus cabales. Ni él. Ni ella.

Los protagonistas son hermanastros adoptados por una familia pudiente.
Él es mudo selectivo: puede hablar, pero no lo hace desde los traumas de su infancia. Aunque eso afecta más a la trama que a la comunicación, porque ella entiende perfectamente sus gestos. Además, tiene rasgos de psicopatía y sociopatía que decide, muy conscientemente, no tratarse. Es violento, posesivo e incapaz de amar… pero completamente obsesionado con ella.

Y ella… bueno, le va todo lo duro. Y adora a su querido hermano.

Con esa premisa ya sabes a lo que vienes: un libro hecho para sacar lo más oscuro del lector. Está cargado de escenas sexuales extremas, no aptas para todo el mundo, y con una tensión psicológica constante que roza la locura.

Es una historia corta (unas doscientas páginas), y eso juega a su favor: algo tan intenso se habría estropeado con más relleno. Por lo que he visto, tendrá continuación, aunque sinceramente, la trama podría quedar perfectamente cerrada aquí.

Está narrado en primera persona, lo que nos mete de lleno en las cabezas de ambos: un viaje incómodo y fascinante a la vez. Diría que lo más potente del libro son esos pensamientos retorcidos que cruzan por sus mentes, esa forma en que el trauma se convierte en deseo y el deseo en castigo.

Es un amor torcido, sí, pero te metes tanto en los personajes que acabas entrando en su depravación sin darte cuenta.
Y si eres de los que disfrutan del morbo de lo extremo… felicidades, acabas de encontrar tu próxima lectura.

¿Lo peor? El entorno es demasiado teatral. La madre (o madrastra) parece salida de un concurso de villanos: fachada amable, corazón de monstruo, y una habilidad especial para casar a su hija con hombres cada vez más horribles. Hace otras cosas terribles también, aparte de esas, pero no quiero hablar demasiado y hacer spoilers.

Además, hay cosas que los personajes perdonan o superan con demasiada facilidad, lo que resta credibilidad en algunos momentos.

Aun así, el conjunto funciona. Porque el libro no pretende ser realista: pretende incomodarte, provocarte y dejarte pensando.

El trauma no desaparece: solo cambia de forma.
En este caso, adopta la del deseo.

🔥 Lo que engancha

  • La intensidad psicológica: no hay filtros, y eso es lo que atrapa.
  • La forma en que el silencio se vuelve lenguaje.
  • Es corto, directo y te deja con la cabeza hecha un lío (en el buen sentido).

🕯️ Lo que flojea

  • El entorno exagerado y los secundarios caricaturescos.
  • Algunas reacciones demasiado fáciles para el nivel de trauma que manejan.
  • Si no te va lo dark, sal corriendo. En serio.

💬 La conclusión

“Un dark romance incómodo, enfermizo y adictivo. Leigh Rivers no busca gustarte: busca retorcerte. Y lo consigue.”

📚 Recomendación

Si te atraen los libros que exploran lo más oscuro del deseo humano y no te asusta lo extremo, este libro te va a fascinar.
Si buscas romance bonito o redención… ni te acerques.

 

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